Adriana G. Luna Santos — De Caguas a Notre Dame
- lvelez64
- 2 sept.
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Natural de Caguas, un claro ejemplo del poder transformador que tiene la educación cuando se combina con el apoyo adecuado. Su historia, forjada a través de años de esfuerzo, resiliencia y acompañamiento, refleja cómo la Fundación Kinesis puede cambiar vidas y abrir caminos para jóvenes con sueños grandes y muchas ganas de triunfar.
Desde sus años en la escuela superior, Adriana sabía que quería alcanzar metas ambiciosas. Estudiante dedicada, cursó sus estudios en CIMATEC, una institución que ya le brindaba un currículo competitivo y preparaba el camino hacia la universidad. Sin embargo, fue su incorporación al programa Bright Stars de la Fundación Kinesis le permitió dar el salto que necesitaba para sobresalir.
Adriana logró ser admitida en la prestigiosa Universidad de Notre Dame, donde se graduó en Neuroscience & Behavior en 2025. Durante su paso por la universidad, se distinguió por su participación en programas selectos como el Mary E. Galvin Science and Engineering Scholars Program y la National Honor Society in Neuroscience, así como su involucramiento en la comunidad universitaria a través de la Puerto Rican Student Association of Notre Dame (PRSAND).
Adriana recuerda cómo antes de pertenecer a Kinesis, aunque su escuela ya le brindaba una buena base, sentía que le faltaba ese apoyo personalizado y la motivación extra para alcanzar su máximo potencial. La Fundación no solo fortaleció su currículo, sino que también le dio la confianza necesaria para enfrentar cada desafío con determinación y sin miedo al fracaso.
Hoy, Adriana no solo celebra sus logros académicos, sino que reconoce el impacto que Kinesis ha tenido en su vida. “Kinesis ha estado conmigo en cada etapa, guiándome, dándome herramientas y apoyándome para ser la persona que soy hoy”, comenta con gratitud. Este apoyo le permitió enfocarse en sus estudios sin preocupaciones económicas, algo que muchos estudiantes no pueden darse el lujo de hacer.
Para Adriana, el camino hacia el éxito no ha sido fácil, pero la fundación y sus donantes marcaron la diferencia entre renunciar y seguir adelante. Su historia es un llamado a creer en uno mismo y a no desistir nunca, porque con esfuerzo y el apoyo adecuado, “el cielo es el límite”.









